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Árboles plantados
La Reserva Nacional Coyhaique, la segunda unidad más antigua de la Región de Aysén, es un área silvestre protegida chilena ubicada al norte de la capital regional, a menos de 5 kilómetros desde el límite urbano. Fue creada en el año 1948 dentro de un territorio sometido a numerosos hechos histórico-culturales propios de la colonización de Aysén.
La reserva posee numerosas lagunas de tamaño pequeño, la mayor de ella es laguna Los Mallines de 4,5 hectáreas, y le siguen en importancia la reconocida Laguna Verde y Laguna Los Sapos. Además, desde cierta altura se puede observar la ciudad de Coyhaique en toda su extensión, y los cerros Mckay y Divisadero.
Gracias a su cercana ubicación con el límite urbano, la reserva ofrece alternativas recreacionales para el mayor centro poblado regional, y por lo mismo, le cabe un rol fundamental en la educación ambiental dirigida principalmente a la comunidad escolar y a todos los visitantes. Además, se trata de un sector clave para rescatar los ecosistemas naturales de la zona, aquellos que fueron altamente vulnerados en el pasado.
Al igual que su clima, la vegetación de esta región presenta diferentes variedades de especies, destacando el predominio de los bosques de las zonas húmedas frías, como es el caso del sur de Golfo de Penas con bosques de lenga, coigue, tepa y ñirre, y del archipiélago de Los Chonos donde predomina el bosque higrófito de ciprés de las Guaitecas. En la reserva predomina el bosque caducifolio, con la presencia de lenga, coigüe común, ñirre, ciruelillo, chilco, calafate y michay.
A semejanza de la Región de Magallanes y a diferencia de las restantes zonas del país, la presencia de la estepa patagónica en algunos sectores de Aysén determina la existencia de especies de fauna propias de tal ambiente. Sin embargo, ha sufrido las consecuencias de la colonización humana, que contó con el fuego como principal aliado. De todas formas -y afortunadamente- dentro de la reserva es posible observar fauna como pumas, cóndores, chucaos, tordos, cachañas, cernícalos, carpinteros negros, zorros colorados, visones, coipos, entre otros.
La Patagonia chilena sufrió uno los incendios más grandes en la historia del país en la época de su colonización, donde grandes extensiones de milenarios bosques nativos se quemaron para ser habilitados para la agricultura y ganadería, una época donde la deforestación era sinónimo de desarrollo económico para la región. La deforestación junto a la actividad agrícola y ganadera, implicaron un proceso acelerado de erosión de los suelos, proceso que fue combatido, como medida de emergencia, con la plantación de vastas extensiones de plantaciones exóticas. Luego de décadas de contención de los suelos gracias a estas plantaciones, se presenta el desafío de reconvertir estas plantaciones exóticas a bosques nativos, restaurando los ecosistemas naturales de esta zona.
Reemplazo del actual bosque con especies exóticas que habitan hoy el lugar como Pinus ponderos, Pinus contorta y Pino oregon, por un bosque nativo como lo fue en su origen.
En septiembre del 2020 se plantó un total de 12.000 lengas en la reserva, especie forestal con la que trabajamos en la zona. La metodología de reforestación fue en núcleos de 100 plantas por cada grupo.
Este proyecto se enmarca en el Programa de Reconversión de Plantaciones Exóticas por Reforestación Nativa que está llevando CONAF en la Región de Aysén, donde Reforestemos donó 10.000 lengas para que planten en la unidad.
Se realiza durante los primeros cinco años labores de mantención de la reforestación realizada, con el fin de chequear el prendimiento y evolución de las plantas. La buena noticia es que la amenaza por el ataque de lagomorfos es baja en la reserva, por lo que se está trabajando con un abaja proporcionalidad de plantas protegidas con shelters.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.