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En Chile se generan 7,7 millones de toneladas de residuos domiciliarios anualmente, lo que equivale a 29 veces el cerro Santa Lucía. Y solo se recicla un poco más de un cerro. Esta realidad, según indica la Tercera Encuesta Nacional del Medio Ambiente, podría deberse principalmente a los escasos lugares de acopio, la falta de costumbre de los ciudadanos y la creencia de que no vale la pena hacerlo. Además, del total de productos que son destinados a tener una segunda vida útil, la mayoría es entregado en condiciones que no se ajustan a las necesidades del procedimiento y por ende no sirve para ser reciclado. Aunque nuestra invitación es a reducir el consumo, creamos esta guía con todo lo que tienes que saber para que la desinformación no obstaculice las ganas de aportar.
Desde la Seremi del Medio Ambiente aseguran que estos son los beneficios del reciclaje:
El sistema de reciclaje domiciliario comienza cuando un producto es comprado por un usuario y luego de su uso opta por depositarlo en algún centro de acopio. Luego, cuando estos tienen un volumen importante de residuos, se venden a empresas recicladoras que los transforman en materia prima, la que es vendida a industrias manufactureras para la elaboración de nuevos productos.
Plástico: se reciclan botellas desechables, contenedores de fruta (envases clamshell) u otros artículos fabricados con PET Nº 1. También, envases de polietileno de alta densidad (Nº 2), tapas de botellas y otros artículos con polipropileno (Nº 5) y bolsas fabricadas con polietileno (Nº 2 y Nº 4). Para identificar el tipo de plástico se debe mirar la parte inferior del envase y encontrar el número dentro del triángulo, si no aparece esta información, no puede ser reciclado. Y si está, hay que sacar la etiqueta, la tapa, eliminar los residuos y reducir su volumen aplastándolo.
Papel: hojas de cuaderno, boletas, facturas, guías, sobres, libros, papel blanco de impresora, diarios y revistas. Sacar las tapas, etiquetas y elementos como clips, corchetes, cinta adhesiva y espiral.
Vidrio: botellas, frascos y vasos de vidrio transparente o de color. Deben ser depositados limpios en su interior, sin etiquetas y tapas. La loza, espejos, cristales, ventanas y ampolletas no se reciclan.
Latas: bebidas fabricadas de aluminio y tarros de conservas creados con hojalata. Quitar la etiqueta, enjuagar el envase con agua y aplastar las de aluminio.
Cartón: cajas de embalaje, cartulinas, papel kraft, cilindros de papel absorbente e higiénico y cartón corrugado. Eliminar los elementos de otra materialidad como cintas adhesivas o corchetes metálicos. Si el cartón está manchado con restos de alimentos, limpiarlo y aplastarlo.
Puntos limpios: estos son una instalación de recepción y almacenamiento de residuos, que cuentan con contenedores para todo tipo de deshechos reciclables, maquinaria para aplastarlos y personal que recibe el material que sirve y enseña el por qué algunos son rechazados. Gran parte de estos son administrados por municipios y otros a través de empresas.
Puntos verdes y campanas: a diferencia de los puntos limpios, estos solo reciben residuos y utilizan un espacio reducido en un lugar de acceso público, como plazas y supermercados. Cuentan con basureros de diferentes colores, según el material que se recicla, o campanas.
Casa a casa: existen más de 60.000 reciclados de base a lo largo de Chile, los que pasan por distintos domiciliarios en búsqueda de productos, para venderlos a las industrias.
Programas municipalidades: se estima que el 55% de los municipios que hay en Chile cuentan con un programa destinado al reciclaje. Una buena idea es averiguar cuál es de la comuna propia, ya que algunas, para facilitar el proceso, incluyen camiones especializados o puntos limpios móviles que pasan por las calles retirando los residuos. Desde Santiago Recicla destacan el trabajo realizado por Quilicura, La Granja, Vitacura, Puente Alto, Las Condes y Recoleta.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.