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No hay duda alguna de que los bosques chilenos forman una parte importante de nuestro país. De hecho -según datos de Conaf- cubren una superficie de 17,66 millones de hectáreas, lo que representa el 23,3% del territorio nacional.
Los bosques nativos, es decir, aquellos formados por especies autóctonas provenientes de generación natural, abarcan 14,41 millones de hectáreas y se subdividen en distintos tipos según ubicación y especies predominantes. Aquí, una guía para conocerlos y, de esta manera, descubrir el mundo. Y es que como como dice el poeta Pablo Neruda en Confieso que he vivido: “Quién no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta”.
Dentro del bosque nativo chileno, el Bosque de Lenga (Nothfagus pumilio) es el más abundante con 3.632.349 hectáreas. Según la FAO, se trata de los mejores conservados hasta el momento. Se encuentra a lo largo de la cordillera de los Andes sobre los 1.000 msnm. En la región de Coyhaique, sector continental e islas de Magallanes y Tierra del Fuego se desarrolla a menores altitudes, bajo los 700 msnm.
Sus árboles destacan, principalmente, por adaptarse a las diversas temperaturas. Soporta sitios de gran amplitud térmica, escasa o abundantes precipitaciones y fuertes vientos. Además, su estructura se adapta al peso de la nieve. En otoño, antes de perder su follaje, toma coloraciones amarillo – rojizas, dando como resultado un tono muy atractivo al paisaje.
El tipo Siempreverde es el segundo más abundante con 3.505.545 hectáreas. Su distribución abarca mayormente la Cordillera de los Antes por debajo d ellos 1.000 msnm y, en palabras simples, puede definirse como el conjunto de especies adaptadas a condiciones de altas lluvias y humedad.
Entre sus árboles, se encuentra el Coihue (Nothofagus dombeyi), Canelo (Drimis winteri), Tepa (Laurelia philippiana), Lingue (Persea lingue), Laurel (Laurelia sempervirens), Ulmo (Eucryphia cordifolia), Avellano (Gevuina avellana) y Mañío de hojas largas (Podocarpus saligna). ¿Qué tienen en común todas estas especies? Pese a que existen en zonas de estaciones frías, siempre mantiene el follaje.
El siguiente bosque nativo que cuenta con una importante presencia en Chile es el Coihue de Magallanes con 1.999.351 hectáreas. Predominan, tal como lo dice su nombre, el Coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides) que alcanza entre 20 y 25 metros de altura y un 50 % de cubrimiento. Esto quiere decir que para que un bosque sea catalogado de este tipo, debe contar con al menos un 50% de esta especie. Y es que suele estar acompañado por el canelo (Drimys winteri), la leña dura (Maytenus magellanica) y el mañío (Podocarpus nubigena).
Sobre su ubicación, se puede encontrar en la cordillera de los Andes como bosque transicional entre Bosque de Lenga y bosque del tipo Siempreverde.
Con una cantidad de hectáreas similares (1.635.807), se encuentra el bosque Roble – Raulí – Coihue. Son estas tres especies la que abundan, sin embargo, se trata de un bosque que posee un origen secundario, es decir, que se ha formado por la acción humana, como la tala masiva e incendios forestales, o por accidentes naturales como derrumbes y deslizamientos de tierra. Como resultado, se originó un bosque de especies resistentes, de rápido crecimiento y gran habilidad para competir.
De acuerdo con las cifras oficiales de Conaf, posteriormente se encuentran bosques menos representados, como el Tipo Forestal Palma chilena con 15.085 hectáreas y Ciprés de Cordillera con 68.938 hectáreas.
El primero de éstos cuenta con la Palma Chilena como su especie protagonista, la que se asocia de manera natural a especies del tipo forestal esclerófilo (bosques mediterráneos) y cumplen un rol fundamental como planta nodriza para la regeneración natural. Actualmente se encuentra reducido a algunos valles y en la cordillera de la Costa. Mayormente en sector de Ocoa y Cocalán.
Sobre el bosque Ciprés de la cordillera, su especie protagonista es el Austrocedrus chilensis, un árbol siempreverde de crecimiento lento, pero de buena regeneración. En condiciones naturales su plantación tiene éxito únicamente bajo algún tipo de cobertura arbórea o arbustiva que la proteja del estrés por déficit hídrico en situaciones de total exposición al sol.
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Nuestra misión es recuperar áreas de alto valor ecológico a través de la reforestación. Lo hacemos, porque los ecosistemas sanos forman la base de un mundo sustentable, y porque es nuestra manera de dejar el mundo mejor que como lo encontramos. ¡Reforestemos juntos los bosques nativos de Chile! Haz click aquí para plantar un árbol.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.