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Fuente: T13.cl
Hay problemas que se han convertido en desafíos globales como la desertificación y la sequía, fenómenos que en la actualidad afectan a todas las regiones del mundo. Por esta razón, y para que la comunidad internacional se haga cargo y tome medidas conjuntas para hacerle frente, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y Sequía.
Tal como lo explica el organismo, “la desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Está causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobreexplotación y el uso inadecuado de la tierra”.
En relación a las variables climáticas, el meteorólogo Gianfranco Marcone, señala que la desertificación es un proceso al que se llega producto de una una sequía muy prolongada.
“La sequía tiene tres etapas, una sequía meteorológica que es cuando no llueve y tiene que llover según la climatología del lugar. Por ejemplo, Santiago hoy en día son 270 milímetros al año, eso es lo normal, si no llueve esto, tenemos una sequía meteorológica”, comenta el experto, a lo que agrega que si esta sequía meteorológica continúa por más años, pasamos a tener una sequía hidrológica, que significa una disminución en las disponibilidades de aguas superficiales y subterráneas, que puede impedir cubrir las demandas de agua al cien por cien. Si eso se mantiene por más años, pasamos a tener una sequía agrícola, que es cuando falta agua para regar, los animales y agricultura. Si esta condición se prolonga por más años, se entra en un proceso que se llama en desertificación”.
Las cifras locales siguen siendo alarmantes. En Chile, el 21,7% del territorio está en riesgo de desertificación y la sequía ya afecta al 72%, cifras que demuestran lo urgente que es hacer algo respecto a este tema.
Así lo comenta la fundación Reforestemos, quienes recomiendan siempre apoyar la reforestación y restauración de los bosques nativos, porque los bosques son los reguladores del ciclo hídrico ya que funcionan como una especie de “esponjas gigantes”. “Una parte del agua que reciben queda disponible para las raíces de las plantas y los árboles. Mientras que la otra parte, que pueden ser millones de litros, se infiltra hasta los acuíferos y napas, reponiendo los suministros de agua subterránea que son fundamentales para la disponibilidad de agua dulce de todas las regiones. Además, el agua evaporada de los bosques constituye nuevos eventos de precipitaciones en la atmósfera, generando un reciclaje del recurso”.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.